Un grupo de figuras del firmamento atlético aparecieron en las alturas de Ciudad de México, la sede del tercer Campeonato Iberoamericano que se disputó a una altura de 2,240 metros sobre el nivel del mar. Eso no impidió que más de 300 atletas de 19 países se dieran cita.

Fueron unos juegos que tuvieron una gran polémica con el uso del marcador electrónico que llevó a fallos en las pruebas de velocidad, vallas y relevos, lo que produjo una lluvia de récords ante el asombro de las delegaciones.

La española Sandra Mayers y el brasileño Robson Caetano da Silva fueron los más rápidos, ganando los 100m.

Pero saltaron figuras como la cubana Ana Fidelia Quirot (ganando los 400 y 800m), un joven Javier Sotomayor, quien dos años antes había establecido un nuevo primado juvenil, ganó el salto alto; Arturo Barrios venció en los 5,000, la ecuatoriana Martha Tenorio en los 10,000 metros.

Cuba volvió a dominar el firmamento iberoamericano del atletismo. Escoltado por España y México en la clasificación general. Pero, en el fondo, el gran triunfador era el atletismo de Iberoamérica que se fortalecía con la continuidad de los torneos.

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